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Adaptarse: una cuestión de estado

¿Qué puede hacer el Estado frente a los efectos que el cambio climático produce en la vida de las personas? El rol de la meteorología en las políticas públicas claves que son tendencia en el mundo para reducir los impactos de este fenómeno.

Autor: Julia Chasco










 




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Todo aquello que sucede en el aire afecta a quienes habitamos la tierra. Cuando escuchamos hablar de “cambio climático”, sabemos que estamos hablando sobre determinados cambios en el comportamiento del medioambiente a causa de la acción directa o indirecta del hombre y el desarrollo de su vida en sociedad conforme avanzó la historia, especialmente desde el nacimiento de la Era Industrial. En las últimas décadas, el cambio climático se instaló en la agenda internacional con gran solidez formalizándose así la primera COP1 (Conferencia de las Partes o Conference of the Parties) en Berlín y en 1997 con la firma del Protocolo de Kyoto. ¿Qué significa esto? Podríamos decir que el cambio climático comenzó a ser, consensuadamente, lo que llamaremos “un problema global”.


El cambio climático es hoy, una cuestión de Estado. En políticas públicas, la definición del problema es muy importante ya que de allí se desprende todo el tratamiento que un gobierno determinado le dará a una temática específica, por acción u omisión. Los problemas en un Estado no suelen abordarse exclusivamente desde un solo ministerio o mirada. Estos son, en general, multicausales, multidisciplinarios y por tanto, las políticas que se implementen para solucionar dicho problema también serán diversas. Entonces, podemos decir que el cambio climático es, además de una cuestión de Estado, un tópico presente en la agenda pública. Ahora bien, el Estado necesitará organizar las diversas políticas públicas que implementará para enfrentar al cambio climático de una manera planificada y racional. No nos alcanzaría el tiempo si nos propusiéramos listar la enorme cantidad y variedad de políticas públicas que podemos encontrar para intentar frenar el avance de este problema. Pero, podemos decir que una porción de esta lista interminable se divide en políticas de mitigación y políticas de adaptación al cambio climático.


Cuando hablamos de políticas de mitigación, nos referimos a las destinadas a la intervención humana para reducir las fuentes o aumentar los sumideros de gases de efecto invernadero. Dentro de la mitigación también entran las intervenciones humanas para reducir las fuentes de otras sustancias que pueden influir directa o indirectamente al cambio climático, incluyendo, por ejemplo, las emisiones de partículas que pueden alterar directamente el balance de radiación (por ejemplo, el carbono negro) o las medidas que controlan las emisiones de monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, compuestos orgánicos volátiles y otros contaminantes que pueden alterar la concentración de ozono troposférico, lo que tiene un efecto indirecto sobre el clima.


Según los expertos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) la mitigación es “una intervención antropogénica para producir el forzamiento del sistema climático. Incluye estrategias para reducir las fuentes de gases de efecto invernadero y las emisiones y mejorar los sumideros de gases de efecto invernadero”. Es decir, todas aquellas acciones orientadas a frenar de alguna manera el cambio climático.


Cuando hablamos de políticas de adaptación nos referimos a “ajustes de sistemas naturales o humanos en respuesta a estímulos climáticos reales o esperados y sus efectos, que moderan el daño o explotan las oportunidades beneficiosas.” Es decir,  estas medidas apuntan a trabajar sobre las consecuencias del cambio climático. En conclusión, el primer tipo de políticas proponen acciones para evitar que el problema siga avanzando. El segundo tipo acciona medidas para reducir sus impactos negativos en su estado actual y posible estado futuro. Entonces, los Estados organizan, priorizan y evalúan la implementación de políticas públicas en las distintas aristas desde donde se puede abordar el cambio climático según sus posibilidades, intereses, consensos y recursos. Hay un detalle que no es menor: cada una de estas aristas se encuentra atravesada por el conocimiento y avance de la ciencia.

 

Argentina y la adaptación al cambio climático

En el 2016 se crea, a partir del Decreto 891/16, el Gabinete Nacional de Cambio Climático, que agrupa ministerios nacionales y otros organismos involucrados en políticas climáticas, con el objetivo de diseñar e implementar políticas públicas que reduzcan la emisión de gases y disminuyan los impactos negativos del cambio climático en mesas técnicas temáticas. Así, junto con el preexistente COFEMA (Consejo Federal de Medio Ambiente, que nuclea a los organismos provinciales de todo el país para debate y consenso de políticas ambientales), el Estado Nacional y las provincias participan de las medidas más apropiadas a implementar respecto del tópico, según los compromisos internacionales de nuestro país, asumidos en el Acuerdo de París (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático).
De este Gabinete se desprenderá, luego, el Plan Nacional de Adaptación, y el Plan Nacional de Mitigación, que formarán el Plan Nacional de Respuesta al Cambio Climático.  Ambos contienen Planes de Acción Sectoriales de Cambio Climático, entre los cuales encontramos actualmente el de “bosques y cambio climático”, “energía y cambio climático” y “transporte y cambio climático”. Cada uno de ellos contiene una proyección interanual que incluye hojas de ruta con líneas de acción para mitigar y adaptarse.


 


Cabe mencionar que el Gabinete Nacional incluye a la sociedad civil, académicos, sector privado y trabajadores en todo el proceso de construcción de estos planes mediante el mecanismo de participación en mesas ampliadas. Este complejo engranaje organiza y logra objetivos para cumplir con nuestro compromiso como país, acordado en el marco de la Contribución Determinada Nacional (CDN) que, en palabras más sencillas, responde al compromiso de la Argentina bajo el Acuerdo de París. Es decir, nuestro granito de arena a la solución de un problema global.


La ingeniería de las políticas públicas sobre el cambio climático es compleja, dado que deben concretarse acuerdos en el escenario nacional, provincial y municipal  para dar cumplimiento a los compromisos internacionales. Muchas veces en la historia, estos diferentes niveles no van de la mano. Dichos acuerdos, en el ámbito nacional, no sólo involucran al Estado como actor principal que regula e implementa medidas a través de cada uno de sus poderes, sino que también deben impulsar la toma de decisión en el sector privado, cuyos intereses no siempre se alinean. Sin embargo, recomendamos al lector sumergirse en la nota de este número vinculada a desarrollo sustentable, donde se trata este tema y se intenta analizar la relación entre la sustentabilidad y la rentabilidad de las empresas.

 

Cambio climático, políticas públicas y meteorología

La meteorología y sus instituciones tienen un rol fundamental en lo que respecta al cambio climático. Este número dedica páginas enteras a explicarlo. Pero ¿cuáles son las medidas vinculadas con las tareas de los servicios meteorológicos que pueden favorecer la adaptación del cambio climático?


Podemos destacar al menos tres medidas fundamentales en las que es vital invertir para atenuar los impactos del cambio climático: ampliación de redes de monitoreo y observación, fortalecimiento de los sistemas de alerta temprana y fortalecimiento de los servicios climáticos. Estas medidas ayudarán a optimizar y ampliar los sistemas de alerta temprana sobre lluvias intensas, inundaciones y olas de calor y de los sistemas de respuesta y recuperación ante desastres de origen climático; enriquecer, conservar, restaurar y manejar, de manera sostenible, los bosques nativos;  ampliar la superficie agrícola bajo irrigación y mejorar la eficiencia de la gestión del recurso hídrico;  mejorar el proceso de toma de decisiones en “manejo de cultivos”; reducir la vulnerabilidad y fortalecer los procesos de gestión de salud vinculados a impactos directos e indirectos del cambio climático. Finalmente, implementar medidas estructurales y no estructurales para hacer frente a los eventos extremos, la promoción de la conservación de la biodiversidad y la adaptación basada en el ecosistema.


“Listos para el tiempo, preparados para el clima” (Weather ready, climate smart) fue el lema de la Organización Meteorológica Mundial el 23 de marzo de 2018, día aniversario de su fundación. De este modo, la OMM y sus miembros se manifestaron a favor de la agenda mundial de desarrollo sostenible, adaptación al cambio climático y reducción de desastres. El lema llamó la atención sobre algo fundamental: hay impactos que ya no somos capaces de evitar, sin embargo, es deseable y necesario que los Estados implementen las medidas necesarias para estar preparados para el clima futuro.

 

¿A qué hay que adaptarse?

Según los estudios realizados en la Tercera Comunicación Nacional de Cambio Climático, algunas de las consecuencias observadas a causa del cambio climático son:

• En el periodo 1960-2010 se observó un aumento de la temperatura media en la mayor parte de la Argentina, de alrededor de 0,5 °C, llegando a superar 1 °C en algunas zonas de la Patagonia, y registrándose un aumento de los días con olas de calor y una reducción en el número de días con heladas.
• En lo que respecta a precipitaciones, se observaron aumentos en el este del país ocasionando mayor frecuencia de inundaciones de gran impacto socio-económico. Para el resto del Siglo XXI, se proyectan aumentos en la frecuencia de eventos de precipitaciones intensas.
• Se observó una disminución de las precipitaciones en la zona cordillerana y de los caudales de los ríos cuyanos.
• Se prevé la aceleración de los procesos de desertificación con menor eficiencia del uso del agua por parte de los sistemas ecológicos, disminución de la capacidad productiva, pérdida de suelo y de nutrientes, y corrimiento o reducción de la distribución geográfica de algunas especies.
• Casi todos los glaciares de los Andes patagónicos entre los 37 °S y 55 °S han estado retrocediendo durante las últimas décadas. Cabe destacar que son esperables mayores cambios en la composición y dinámica de los ecosistemas de la región debido a la ocurrencia de períodos de sequía más intensos y/o prolongados.
• Con relación a la costa marítima del país, donde se realizan numerosas actividades que la convierten en un sistema altamente dinámico, el cambio climático podría afectar debido al aumento de la temperatura del agua, los cambios en la circulación de las corrientes marinas y el ascenso del nivel medio del mar.

 

 

 



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