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No hay plan B

Un aumento de temperatura de 1,5 o 2 °C parece una diferencia menor, pero no lo es cuando hablamos de la temperatura media global. Los impactos que percibirá la humanidad serán muy distintos con ese medio grado de diferencia. Dialogamos con la Dra. Inés Camilloni, miembro del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático para comprender las consecuencias globales y locales a las que la humanidad tendrá que hacer frente si no se toman medidas urgentes.

Autor: Mariela de Diego







En el Acuerdo de París, firmado en 2015, casi 200 países se comprometieron a tomar medidas para  mantener el calentamiento global muy por debajo de los 2 °C para el año 2100, respecto de la temperatura media global de la Era preindustrial. Sin embargo, las proyecciones científicas siguieron indicando que, de continuar con los niveles existentes de emisión, el planeta aumentará su temperatura en 2 °C mucho antes, y que para el 2100 el calentamiento global podría superar los 4 °C. 


Esas proyecciones poco alentadoras llevaron a la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático a solicitar al IPCC (siglas en inglés de Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático) un cambio en el enfoque del problema. “Hasta ahora presentábamos el informe con esta lógica: si la humanidad sigue emitiendo esta cantidad de gases de efecto invernadero (GEI),  en 2050 la temperatura habrá aumentado 3 °C; en 2100 4,5 °C. Básicamente, hacíamos cortes temporales en las trayectorias de emisiones” explica Camilloni, doctora en Ciencias de la Atmósfera y co-autora de uno de los capítulos del informe del IPCC.


Esta vez los científicos realizaron el camino inverso: “Desde la Convención querían saber cómo tienen que ser las trayectorias para que la temperatura no supere los 2 °C, o mejor aún, los 1,5 °C, y vemos qué caminos nos conducen a eso”, agrega la especialista. En esta diferencia de medio grado se centró el último informe que los expertos del IPCC presentaron en Katowice, Polonia, en diciembre de 2018. Allí los científicos dejaron bien claro que las consecuencias del calentamiento global no serán iguales si la temperatura asciende 2 °C o 1,5 °C respecto de la Era preindustrial. En ese medio grado se juega nada menos que el carácter irreversible de muchos de los impactos del cambio climático.
 

Irreversible o no

Sea cual sea el calentamiento, siempre habrá impactos. Pero ese medio grado tiene varias implicancias porque, por ejemplo, significa que desaparezcan completamente o no los arrecifes de coral. “Con 2 °C desaparecen totalmente. Con 1,5, desaparece el 80 %. Esta variación representa la diferencia entre un cambio irreversible -desaparición total- y un cambio reversible”, explica Camilloni.

Ese medio grado tiene varias implicancias porque, por ejemplo, significa que desaparezcan completamente o no los arrecifes de coral. Con 2 °C desaparecen totalmente. Con 1,5, desaparece el 80 %.  Representa la diferencia entre un cambio irreversible -desaparición total- y un cambio reversible.

Además, ese medio grado implica que el océano Ártico quede completamente sin hielo durante el verano. Con 2 °C quedará sin hielo una vez cada 10 años. Y con 1,5 °C, una vez cada 100 años. Ese medio grado también significa que, con el aumento del nivel del mar, 10 millones de personas más, que viven en zonas costeras, queden expuestas a riesgos de inundaciones, debido al aumento en la frecuencia de este fenómeno.


“También impactará en la salud de la humanidad.  No necesariamente una enfermedad que no existía con 1,5 °C va a comenzar a existir con 2 °C. Pero sí será mucho mayor su alcance, propagación y la cantidad de personas que serán afectadas”, detalla. En términos generales, todos los fenómenos asociados al calentamiento global -olas de calor, aumento de la frecuencia de inundaciones, ascenso del nivel del mar- serán más frecuentes con 2 °C  que con 1,5 °C.
 

ESE MEDIO GRADO TAMBIÉN SIGNIFICA QUE, CON EL AUMENTO DEL NIVEL DEL MAR, 10 MILLONES DE PERSONAS MÁS, QUE VIVEN EN ZONAS COSTERAS, QUEDEN EXPUESTAS A RIESGOS DE INUNDACIONES, DEBIDO AL AUMENTO EN LA FRECUENCIA DE ESTE FENÓMENO.


 

El calentamiento en la Argentina

Las estadísticas oficiales indican que, en los 50 años que van desde 1960 hasta 2010, la temperatura media anual en Argentina  se incrementó entre 0,5 °C y 1 °C. Esa variación, que no se dio en todo el territorio de manera uniforme, está asociada a un aumento en las temperaturas mínimas y no tanto en las temperaturas máximas. Las estadísticas oficiales indican que, en los 50 años que van desde 1960 hasta 2010, la temperatura media anual en Argentina  se incrementó entre 0,5 °C y 1 °C.


Este aumento de las temperaturas mínimas es consistente con el aumento de las concentraciones de los Gases de Efecto Invernadero (GEI), que inhiben el enfriamiento nocturno en casi todo el planeta durante el período de calentamiento global iniciado en la década de 1960. Otros cambios se han evidenciado en nuestro país respecto a las temperaturas. Los inviernos se han hecho más benévolos, con mayor cantidad de días sin condiciones frías; los otoños tienden  a parecerse al verano y no tanto al invierno; y en cuanto a las temperaturas extremas, han disminuido los días con heladas y ha aumentado la frecuencia de olas de calor en todo el norte y este del país. Toda esta evidencia le da la razón a aquellos que perciben que en los últimos años hay menos diferencia entre los inviernos y los veranos.


“No obstante, si miramos el mapa global vemos que la Tierra se calienta en promedio  1,5 °C y Argentina se calienta menos. Eso es lo que ha estado pasando hasta ahora. En promedio, el aumento de la temperatura no es tan marcado en nuestro país. Pero así y todo, tiene consecuencias en la retracción de los glaciares y en la pérdida de caudal de agua de deshielo” indica la científica.


A su vez, entre  1960 y el año 2000, las precipitaciones medias anuales aumentaron en casi todo el país. Los mayores aumentos se registraron en el norte de la provincia de Buenos Aires, Entre Ríos y Misiones. En estas zonas las inundaciones han sido más habituales. Además se evidencian precipitaciones extremas (gran cantidad de agua en cortos períodos de tiempo) con mucha mayor frecuencia, sobre todo en el noreste de Argentina. “Tenemos proyecciones muy claras que indican que el aumento del nivel del río Paraná será mayor con 2 °C que con 1,5°C”, detalla la especialista.
 

“Los datos avalan que en Argentina tenemos olas de calor más frecuentes y con máximos cada vez más elevados. Esto viene pasando en los últimos años y las proyecciones muestran que los eventos extremos van a seguir ocurriendo”.​

“Los datos avalan que en Argentina tenemos olas de calor más frecuentes y con máximos cada vez más elevados. Esto viene pasando en los últimos años y las proyecciones muestran que los eventos extremos van a seguir ocurriendo”, advierte.
 

Irreversibles 2

En al Acuerdo de París en 2015, los países consensuaron reducir sus emisiones en forma voluntaria en una proporción con respecto a lo que venían emitiendo. “Si se suman esas contribuciones y se hacen las cuentas de cuál sería la reducción de las emisiones, el aumento de la temperatura aún estaría entre 3 y 4 °C, muy lejos del objetivo de París”, indica Camilloni.
Si la humanidad supera estos niveles de calentamiento, las soluciones serán más complejas. “Todo depende de por cuántos grados nos pasemos y por cuánto tiempo. Porque si llegamos a los 3 °C nos quedaremos sin hielo en el Ártico, y aunque después volvamos a estar en 1,5 °C, el hielo no va a volver. No será lo mismo estar 30 años superando los 3 °C de calentamiento que estar sólo 5 años en esos niveles.”

“Todo depende de por cuántos grados nos pasemos y por cuánto tiempo. Porque si llegamos a los 3 °C nos quedaremos sin hielo en el Ártico, y aunque después volvamos a estar en 1,5 °C, el hielo no va a volver. No será lo mismo estar 30 años superando los 3 °C de calentamiento que estar sólo 5 años en esos niveles.” 


Cuanto antes se inicien las acciones para limitar emisiones, menor demanda habrá de generar emisiones negativas. Las emisiones negativas son mecanismos para remover dióxido de carbono de la atmósfera. Una forma de remover este gas de la atmósfera es por los procesos de forestación, es decir reforestar allí donde antes había árboles. La otra línea se denomina “aforestación”, que implica plantar árboles donde antes no había.  


“Lo ideal es no tener que llegar a implementar este tipo de tecnología a una escala muy grande, porque tiene una veta muy problemática. Si uno tiene que ocupar enormes superficies de la Tierra para que absorban dióxido de carbono, puede generar controversias acerca de la competencia por el uso del suelo en la actividad agrícola y la producción de alimentos”, dice Camilloni. La generación de energía a través de la quema de biomasa también genera dióxido de carbono. “Existe la tecnología para que ese dióxido de carbono no salga a la atmósfera, para capturarlo e inyectarlo en reservorios geológicos para que permanezca ahí. Pero eso tiene que ver con cuestiones de seguridad. Son tecnologías que generan muchas controversias”, agrega.


Los científicos advierten que el panorama ideal sería que la temperatura ascienda y se estabilice en el grado y medio y no tener que llegar a implementar estas tecnologías en una escala tan masiva. Que se actúe lo antes posible para que las emisiones negativas no sean una solución imprescindible al calentamiento global. Pero, ¿es posible? “Como autora del reporte, creo que sí es posible. No quiere decir que sea sencillo. Porque las acciones que hay que tomar, las transformaciones que hay que hacer en los métodos de producción, en la forma en que se genera energía, hacen que el desafío sea enorme. Ese es el rol de la ciencia, mostrar que algo se puede hacer, de qué forma se puede hacer. Pero las decisiones para llegar a eso vienen del sector político”, finalizó Camilloni.

 



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